PLD abandona los postulados de Juan Bosch de ser partido no populista
Se ha invocado el nombre de Juan Bosch como una persona honesta y lo era. (En una ocasión hubo una al parecer “distracción” de dinero en algún lugar y ese capital estaba bajo el compromiso de Bosch.
Le rogaron con persistencia que permitiera que el partido asumiera la deuda contraída por la falta del dinero y él, con no menos acento, insistió en que inequívoca y personalmente iba a saldarla.
No hubo otra alternativa que permitirle ejercer en esa dirección).
Se ha precisado que construyó para el largo plazo, no para lo inmediato, un partido llamado de cuadros.
Es esta una organización de personas adiestradas políticamente, adoctrinadas en el liderazgo, disciplinadas, dispuestas para entrenar a otros.
Entrenadas además para enfrentar situaciones complejas, para hacer aumentar el volumen cualitativo y cuantitativo de la organización política a la que está adscrito, entre otras muchas tareas no todas escasas de riesgos.
El proyectó, se sabe, un cuerpo político orgánico, estructurado, para al menos en un cuarto de siglo intentar asumir el poder, lo cual no estuvo lejos de sus previsiones.
Esas prendas nos llevan hasta lo que fue en sus inicios el partido que fundara Juan Bosch, al que, concesivamente, la sociología política llamaría una organización de centro izquierda.
Parece que de llegar al poder establecería relaciones con Cuba y con otras naciones del campo socialista, enfrentaría las todavía hoy enormes desigualdades sociales e impulsaría reformas constitucionales más equilibradas.
No llegó a ser una organización marxista y menos aún leninista pero Bosch sí se declaración partidario de la corriente marxista y por tanto materialista de la historia. Más aún, antes de desaparecer Bosch de la escena política, ya el PLD había dado un vuelto hacia el populismo y de ahí hacia el conservadurismo actual.
La dirección del Partido de la Liberación Dominicana, cuya estrategia a largo plazo era la de liberar a los dominicanos de sus ataduras imperiales y crear una nueva realidad política que fuera “ejemplar en toda Latinoamérica”.
Así lo anunció Bosch en uno de sus discursos y conferencias. El aparecía centralizado en torno a su liderato.
Bosch justificaba esa centralización en su conocimiento, declaraba también, de la psicología de la pequeña burguesía, claramente conquistable para los vicios, las desviaciones y para la devoción al poder casi siempre a ciegas, que solía ser su perdición. Pero también había otras justificaciones como por ejemplo la estrategia de no ofrecerle argumentos fáciles al enemigo de la ocasión, que en este caso era un hacha de doble filo y se llamaba PRD y Partido Reformista.
De ahí que en su esquema de control y orientación políticos estuvieran los “círculos de estudio”, que eran normativas siempre escritas, de funcionamiento interno (no podía tener los folletos quien no fuera circulista o miembro o dirigente del PLD) para el estudio de la realidad social dominicana y cuya aprobación por los aspirantes, que debían comenzar, sin excepción, desde el primer escalón, el de circulista, era imprescindibles para ingresar el PLD.
Bosch escogió-como negación también de lo que había dejado atrás en su renuncia -de su ahora oponente- el Partido Revolucionario Dominicano- a los que entendía eran los mejores en su conducta y su entrega a las labores partidistas de entre profesionales, jóvenes, intelectuales, comerciantes y empresarios medios de la sociedad dominicana.
(Hubo casos en que intelectuales y profesionales de orgullo, con elevadas aspiraciones, que momentáneamente se fueron con Bosch tras su abandono del partido blanco.
Mas, retornaron a éste cuando les impusieron, para no discriminar a nadie y para que nadie escalara posiciones políticas en base a sus lauros académicos, la tarea de circulistas.
Esta incluía la distribución del periódico Vanguardia del Pueblo, órgano del PLD y otras tareas no relevantes y que no eran “inherentes” al caché que ellos se asignaban).
Bosch y el comité político inicial del PLD que él obviamente dominaba (aunque en ocasiones revocó decisiones suyas) decidieron además que nadie debía mostrar aspiraciones a cargos electivos sino que éstos se asignaban por méritos partidarios.
Nadie tampoco, como sucede asimismo en un partido de cuadros, se anunciaba públicamente con vallas ni se promovía tampoco dentro del partido.
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