La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) invitó al pueblo dominicano a través de su Carta Pastoral titulada “Amor y solidaridad, camino de santidad”, a asumir los grandes objetivos de este Nuevo Año, con una vida consagrada, mirando el pasado con gratitud, viviendo el presente con pasión y abrazando el futuro con esperanza, ante el llamado que hace el papa Francisco de que el pueblo de Dios en este 2015 celebre, valores e impulse una vida consagrada.
“Por esta razón, dedicamos esta Carta Pastoral a compartir con todo el Pueblo de Dios la identidad de la Vida Consagrada en relación con el misterio de la Trinidad y de la Iglesia, sus grandes dimensiones, sus características propias, su diversidad de carismas y, al mismo tiempo, convocarles a que asumamos los grandes objetivos de este Año de la Vida Consagrada en nuestras respectivas Iglesias Diocesanas, mirando el pasado con gratitud, viviendo el presente con pasión y abrazando el futuro con esperanza, a la vez que celebrando junto a todas las Comunidades de Vida Consagrada presentes entre nosotros”, expresaron los 16 obispos que conforman la CED en un mensaje espiritual dedicado al pueblo dominicano.
La CED explicó que una forma de vivir una vida consagrada es llevando de manera particular y radical los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo.
Apuntó que la vida consagrada no es un una posición intermedia en la estructura jerárquica de la iglesia Católica. “Este estado, si se atiende a la constitución divina y jerárquica de la Iglesia, no es intermedio entre el de los clérigos y el de los laicos, sino que de uno y otro algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia y para que contribuyan a la misión salvífica de ésta, cada uno según su modo” .
En una misiva que se extiende en 30 páginas 8 1/2 x 11, aproximadamente, la CED señaló que como dice el Papa Francisco en su Carta apostólica a los consagrados: “la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético».
Otros temas. El Episcopado también trató en su Carta Pastoral, entre otros temas, la castidad o celibato, la pobreza, la obediencia y la comunión con Dios.
Sobre el primer punto, la CED dijo que “abrazando la virginidad, y con la obligación de observar perfecta continencia en el celibato hace suyo el amor virginal de Cristo y lo confiesa al mundo como Hijo unigénito.
Mientras que sobre la pobreza los obispos dijeron que esta manifiesta que Dios es la única riqueza verdadera del corazón humano. “Los consagrados y consagradas están llamados a ser “pobres según el ejemplo de Cristo en el uso de los bienes terrestres necesarios para el sustento cotidiano”.
Mencionó que la obediencia a la iglesia asemeja a los creyentes a Cristo en su total dependencia y fidelidad al Padre.
Vivir el presente con pasión. La Carta Pastoral también señala que como expresa el Papa “la memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera cada vez más profunda los aspectos constitutivos” de la vida consagrada para así “vivir el presente con pasión” .
Destacó que la iglesia cuenta en República Dominicana con 137 carismas diversos de vida consagrada, distribuidos en 122 Institutos Religiosos; ocho Institutos Seculares; tres Sociedades de Vida Apostólica y cuatro Asociaciones de fieles. Todos forman un total 2, 200 miembros repartidos en unas 447 casas en toda la geografía nacional.
También la iglesia tiene 70 vírgenes consagradas en las Arquidiócesis de Santo Domingo y de Santiago.
Mientras que los Institutos Religiosos masculinos son 26.
Mirar el Futuro con Esperanza. El Episcopado Dominicano expresó que el pueblo debe demostrar que con Dios cuando llegan “las dificultades, las noches del espíritu, la decepción, la enfermedad, la pérdida de fuerzas debido a la vejez, ahí se debe encontrar la «perfecta alegría» y aprender a reconocer el rostro de Cristo.
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