sábado, 28 de noviembre de 2009

LA POST DEMOCRACIA Y EL OLOR DEL DINERO



POR JACKSON PICHARDO*

*El autor reside en New York



No cabe ninguna duda que en nuestra moderna post democracia no hay lugar para las aspiraciones políticas y sociales del llamado ciudadano de a pie, pues éste ha sido desterrado de cualquier rol de importancia en el proceso de desarrollo de nuestras sociedades y ha sido marginado al papel de espectador inconsciente de los hechos que de una forma u otra comprometen su destino.
Cuando nos referimos al término post democracia lo hacemos para marcar un punto de referencia sobre la idea de que la democracia clásica de la que hablaban los griegos, aunque siempre dentro de lo abstracto, ha desaparecido para dar paso a un nuevo concepto de organización social, el cual gira de forma exclusiva en torno al capital, dejando a la gente como simple materia prima pasible de ser manipulada para conseguir en base a ella intereses económicos concretos.

Se presumía que el fin de la democracia era el de organizar la sociedad dentro de un sistema que satisficiera lo más equitativamente posible las aspiraciones de todos sus miembros, dentro de un ambiente de libertades individuales donde el bien de uno fuera el bien de todos y dentro de esa dinámica incentivar el desarrollo colectivo.

Al parecer este modelo se agotó en el momento mismo que el interés económico corporativo reemplazó el interés social en la meta que persiguen los que hoy día dirigen nuestras sociedades, los cuales han destruido la esencia de las ideas democráticas clásicas para posar sobre ellas sus intereses económicos grupales.

Como consecuencia de esto vemos cómo el dinero entra a jugar de una forma abierta y descarada la función ideológica que no hace mucho estaba reservada a las ideas de los hombres, verdaderos objetos y sujetos de todo sistema social que vaya dirigido al bienestar de la especie humana. Y es precisamente esto lo que explica el nivel de deterioro de los niveles de vida en nuestras sociedades, pues la utilización abusiva del dinero ha terminado por conculcar la totalidad de los derechos de los desposeídos a aportar su visión de lo que debe ser el mundo del cual forman la parte mayoritaria.

Hoy nuestras modernas elecciones no se ganan en base a propuestas de desarrollo reales, sino mas bien en laboratorios de mercado donde se investigan cuales son los anhelos y las fobias de los ciudadanos y en base a lo investigado se arma un producto destinado a satisfacer mediante el discurso esas variables, no en función de los intereses del pueblo, sino más bien de grupos económicos específicos.

Muchas veces ese producto que se logra de esas investigaciones es tan malo, que hay que invertir enormes cantidades de dinero para poder venderlo y de ahí nace el asunto de que el candidato que gasta más dinero para llevar su mensaje al pueblo es el que gana las elecciones y por lo tanto parecemos estar destinados a que generalmente lleguen al poder mediante los votos aquellos que gustosamente nos llevaran con más entusiasmo al matadero.

COPIADO POR ANGEL CABRERA SANCHEZ

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