Por LEONARDO CABRERA DÍAZ Z
Todo cuanto sucede a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana, (PLD), es entendible.
Entendible, porque es una entidad política, construida con una formación filosófica en la que su accionar y manera de proceder estaban enmarcadas con criterios muy definidos y fronteras delineadas de hasta donde y en que dirección podían avanzar sus ideas de ahí, aquello de Servir al Partido, para Servir al Pueblo.
Entendible, porque fue concebido por un hombre de ideas impolutas, de una estricta reciedumbre y de un pensamiento ortodoxo y pragmático y sobre todo con visión muy personal de la forma en que se debía ejercer el poder, el profesor Juan Bosch.
Entendible, porque en ausencia Bosch, sus discípulos, unos más aventajados que otros, beneficiarios de esa gran estructura política, caracterizada por una férrea disciplina y obediencia a sus organismos de dirección, han comenzado a bornear los espacios que entienden son suyos gracias a los méritos acumulados por sus esfuerzos y sacrificios al servicio del partido.
Es por ello, que hoy en día vemos como varios valiosos dirigentes se han lanzado tras la nominación presidencial de esa entidad política, inclusive, al ex mandatario Leonel Fernández, quien ya ha gobernado en tres ocasiones, y los aprestos, por otro lado de altos funcionarios y correligionarios del presidente Danilo Medina, que buscan modificar la Constitución de la República, para establecer nuevamente la reelección presidencial.
El PLD cuenta con una gran cantidad de dirigentes muy bien preparados en todos los órdenes y varios de ellos entienden que les ha llegado su turno al bate y con todo su derecho se lanzaron al ruedo en busca del apoyo de la militancia del partido, situación que ha provocado un tira y jala, en ocasiones abiertos y siempre soterrados que de un momento a otro podría degenerar en un choque de sazón que traería como consecuencia graves problemas intestinales en esa organización política semejantes a los que han sufrido el PRD y el PRSC.
De hecho para el PLD estos momentos son cruciales y pondrán a prueba la sapiencia de su cúpula dirigencial que deberá emplearse a fondo para que la sangre no llegue al río, porque aunque todo indica que mantendrán el poder, podrían patinar en lo seco sino cohesionan sus intereses y respetan la decisión soberana de sus bases, y sobre todo si juegan a la sensatez y al buen juicio, en lugar de la diatribas y trapisondas que pudieran llevarlos a un callejón sin salida, y podría darse aquello de que “Cuando la hormigas se quieres perder, alas, les quieren nacer”
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