martes, 19 de enero de 2010

LO POSITIVO DE LA TRAGEDIA



Por SAUL PIMENTEL*

*EL AUTOR es periodista, director de ALMOMENTO.NET. Reside en Santo Domingo.



La tragedia de Haití, una de las más grandes de la historia, posiblemente tendrá repercusiones positivas para esta nación en la que, a lo largo de su existencia, se ha estado desarrollando un proceso en el que, como bien dijo un autor, “lo extravagante y lo cómico” se han dado “la mano con lo horrible”.
Bajo cualqauier circunstancia visitar Haití es, desde todos los puntos de vista, una experiencia interesante. Si llega por vía aérea el visitante puede observar parte del territorio, con una rara configuración caracterizada por dos estrechas penínsulas, que forman el Golfo de la Gonave. El país ocupa el área occidental de la isla La Española, la cual los haitianos comparten con la República Dominicana, en el centro del Caribe. La mayor parte de su suelo son montañas deforestadas.

El principal aeropuerto, adonde están llegando ahora todas las ayudas, honra la memoria de Toussait L´Overture, un político y general negro que en 1801 promulgó una constitución progresista que consagró la libertad de los esclavos y la autonomía de la colonia. Al final fue detenido y deportado a Francia, donde murió en prisión.

En el país el 90% de la población es negra y el resto mestiza. La lengua nativa es el creole, el cual tiene numerosos puntos en común con el francés, así como algunos con el inglés y el español. Quizás a ello se debe el hecho de que los haitianos, cuando se lo proponen, entienden conversaciones en estos tres idiomas. En la radio y la televisión de Puerto Príncipe todos hablan en francés y los asuntos oficiales son manejados también en este idioma.

Construcciones rústicas

A medida que se transita hacia el centro de Puerto Príncipe, se comprueba que se trata de una ciudad que ha crecido desordenadamente. Todavía abundan en el casco tradicional sólidas edificaciones que revelan un pasado esplendoroso. Debido a la falta de espacio para construir viviendas, la ciudad se extendió hacia las montañas en forma caótica, sin ningún plan regulador. Hay cunetas por donde circulan, al descubierto, las aguas negras, en razón de que en muchos lugares nunca han sido construidas cloacas ni otras obras de drenaje sanitario. Por todos lados fueron construidas casas con materiales rústicos y sin varillas, razón por la cual la destrucción por el terremoto ha sido tan grande.

Hasta el martes pasado cuando ocurrió el sismo los vendedores ambulantes ocupaban casi el 90% de las aceras, dando a la ciudad el aspecto de un mercado gigantesco en el que se compraba y venía de todo: carbón, vegetales, productos alimenticios de todo tipo, muebles, electrodomésticos y bebidas alcohólicas introducidas de contrabando, drogas e incluso personas. Resulta curioso que la mayoría de estos venduteros eran mujeres.

El tráfico de vehículos y el movimiento de personas en Puerto Príncipe ha sido también siempre caótico, fiel reflejo de la situación general de un pueblo para el cual, a lo largo de su historia, los cambios bruscos de gobierno ha sido el pan nuestro de cada día.

La colonia más próspera

Entre los siglos 15 y 17 este territorio perteneció a España pero en 1617 la Corona española lo cedió a los franceses pasando a ser la colonia más próspera de su tiempo, cuya riqueza se basaba en el trabajo de los esclavos africanos. Este esplendor aparece reflejado en la mayoría de los cuadros de los pintores populares haitianos (grandes plantaciones con ríos abundantes, mujeres cargando bandejas repletas de frutos, etc) los cuales han desarrollado un movimiento artístico reconocido a nivel mundial, denominado “Naif”, el cual se caracteriza por la ingenuidad, el uso de colores vivos, la espontaneidad y la composición sencilla de las obras.

En 1791 los esclavos se rebelaron bajo la dirección de Jean Jacques Desalines, quien problamó la Independencia en 1804 y se coronó emperador con el nombre de Jacobo Primero. Después de su asesinato Haití se dividió en dos estados, y no se reunificó hasta 1820, por obra de Jean Pierre Boyer.

En 1822 las tropas de Boyer invadieron el sector oriental de la isla hasta 1844, cuando los dominicanos proclamaron su independencia tras derrotar a las tropas haitianas. Entonces, el país entró en un período de inestabilidad.

Entre 1915 y 1934 Estados Unidos lo ocupó.

Antes y después de Duvalier

Francois Duvalier (alias Papa Doc) subió al poder en 1957 e implantó una dictadura que heredó su hijo, Jean Claude Duvalier. El régimen de los Duvalier se mantuvo hasta 1986, año a partir del cual se establecieron sucesivos regímenes militares, algunos de los cuales duraron apenas semanas.

En 1990 hubo elecciones presidenciales con la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas, en las cuales el sacerdote radical Jean Bertrand Aristide ganó el puesto pero un año después el general Raoul Cedrás lo derrocó y tomó el poder. La Asamblea de la OEA decretó un embargo comercial para obligar la reinstalación de Aristide.

En 1992 el Ejército estableció un gobierno civil con el líder conservador Mac Bazin a la cabeza.

En 1994 las tropas estadounidenses intervinieron para reinstalar a Aristide, quien gobernó hasta 1995 cuando René Preval obtuvo la presidencia mediante elecciones. Aristide, aunque gozaba del favor popular, no pudo en esa oportunidad presentarse como candidato debido a que la Constitución haitiana prohíbe la reelección consecutiva.

En noviembre del 2000 hubo de nuevo elecciones, las cuales fueron ganadas fácilmente por Aristide porque casi todos los candidatos de la oposición se retiraron tras denunciar irregularidades.

En febrero del 2004 Aristide tuvo de nuevo que abandonar el gobierno luego que rebeldes armados, con el apoyo de Estados Unidos y Francia, iniciaran una sublevación. Tras su salida, invadieron soldados de Estados Unidos, Francia y otros países. Asumió interinamente la presidencia el titular de la Suprema Corte de Justicia, Boniface Alexandre, y fue escogido primer ministro Gerard Latortue.

Dos meses después una fuerza de las Naciones Unidas, denominada Minustah, se hizo cargo del orden público, pero su labor ha resultado difícil debido a que muchos seguidores de Aristide, comúnmente denominados “chimelis”, crean frecuentes problemas.

Tras superar numerosas precariedades, un consejo electoral celebró elecciones en febrero del 2006 en las que participaron decenas de organizaciones políticas y candidatos. Estas fueron ganadas fácilmente por René Preval, el mismo que entre 1995 y 2000 había sido presidente de la República.

La falta de estabilidad política ha impedido que Haití pueda desarrollarse. Por ello es el país más pobre del Continente, en el que siempre ha faltado de todo. Ahora ha sido el terremoto, pero anteriormente fueron los ciclones y las inundaciones.

Entendemos que el terremoto, a pesar de todas las secuelas negativas, podría al final de cuentas ser beneficioso ya que, por primera vez en la historia, la comunidad internacional se decidirá de manera enérgica y masiva a colaborar para enderezar el rumbo torcido de este atribulado país, digno de mejor suerte.

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