El concepto de autoridad: un eslabón perdido.
POR HUGO R. GIL
EL AUTOR es profesor universitario y pastor de los Ministerios Cristianos Camino, Verdad y Vida. Reside en Orlando.
El ser humano es por definición un ser de naturaleza rebelde. Toda la vida del hombre se resume en una continua lucha contra todo lo que se parezca o se llame orden, autoridad, obediencia. Desde que el niño sale del útero materno, el primer acto de presencia que hace es lanzar un grito de protesta contra un mundo o una vida que sospecha injusta y desbalanceada.
Es como si viniéramos a este mundo y al llegar experimentáramos una sensación de vacío, de no pertenencia a este estado de cosas. Por eso se explica nuestro grito de protesta al nacer.
El conocimiento sobre autoridad, o para mejor decirlo, la revelación del concepto de autoridad y obediencia, es crucial para encontrar nuestra definición como seres existentes en medio de este estado de cosas. Toda manifestación natural o espiritual del ser humano se concretiza o resume en entender la dinámica entre autoridad y obediencia. El conocimiento de esta dinámica nos ubicaría en nuestra verdadera dimensión como seres existentes y participantes dentro de un plan divino. (Oseas 4:6; Isaías 5:13)
A continuación trataremos de analizar, lo que, a nuestro entender, constituye los principios básicos de autoridad. No anticipamos que el tema goce de mucha aceptación en nuestros medios en el mundo actual. La rebeldía goza de una gran popularidad entre la gente. La mentalidad moderna exalta aun a los rebeldes sin causa y los ubica en pedestales. Las películas de Hollywood mientras mas violencia y rebeldía muestran, mas oportunidades tienen de que se conviertan en grandes éxitos de taquilla. La violencia y el desafió al orden establecido es cada día mas rampante no solo en los centros urbanos, sino que ya penetra a los suburbios más exclusivos.
La explicación a todo esto se encuentra en el mal entendimiento y el mal uso de los conceptos de autoridad y obediencia. Estos términos se han usado erróneamente para manipular y subyugar a otros. La sociedad moderna se las ha arreglado para desacreditar uno de los conceptos básicos en que se cimienta el reino humano y el reino de los cielos: la dicotomía autoridad/obediencia. La esclavitud es el resultado de una manipulación horrenda del concepto de siervo, en la misma medida en que la dictadura y el terrorismo son una manipulación exagerada del concepto autoridad.
La democracia es por su parte la distorsión exagerada del punto medio entre esclavitud y dictadura. Este punto es aún más peligroso que sus extremos, por cuanto se presenta como alternativa frente a ambos sistemas, sin contar con la participación divina. La democracia representa esa postura tibia que al decir Jesús vomitaría de su boca por cuanto no es frío ni caliente (Apocalipsis 3:15).
La verdadera salida ante estas alternativas fallidas del hombre es la teocracia. La teocracia es el gobierno ideal concebido por Dios para regir el universo que El creo. La teocracia se presenta como el gobierno de Dios concretizado en sistema de escalafones de autoridad donde el conocimiento y la armonía actúan como formulas básicas para la convivencia pacifica del ser humano en una sociedad en deterioro. Tanto la dictadura, como el sistema esclavista, como la democracia se presentan como formas del gobierno humano diametralmente opuesta al gobierno de Dios. Estos sistemas de gobiernos humano han probado históricamente ser sistemas ineficaces.
El cambio en la mentalidad humana tiene que hacerse desde adentro hacia afuera y debe ser en todo caso un proceso claro y conciente, donde el hombre tenga un papel importante en la transformación. El cambio debe ser el producto del ejercicio de esa libertad, no aparente y superficial que la sociedad nos ofrece, sino la verdadera libertad que viene del real conocimiento del plan de Dios para nuestra vida. (Juan 5:32 “Y conoceréis las verdad y la verdad os hará libres”). El proceso liberador del hombre moderno comenzará con un claro entendimiento y aplicación a su vida de los principios de autoridad.
A continuación pasamos a esbozar algunos de estos principios:
PRINCIPIO 1:
Los defectos, fallas, limitaciones o debilidades de la autoridad no anulan o disminuyen la unción de autoridad que reposa sobre ella.
El texto que tomamos como base para exponer este principio es Génesis 9:20-29. El escenario donde sale a relucir este principio es impresionante. Se trata de la vida postdiluviana. La experiencia única del diluvio había cedido su paso a un estado de vida apacible en que Noé y su familia se movían en un medio ambiente apacible. El pecado había sido lavado de la tierra por medio del diluvio y por lo pronto no era una amenaza para los ocho que habían sobrevivido ese evento.
La familia noeica prosiguió con su tarea de cuidar los animales y labrar la tierra. El cabeza de familia, esto es Noé, había cultivado una viña y después da dar esta sus frutos, Noé decide extraer el jugo de la uva y fermentarlo para convertirlo en vino. El proceso de fermentación aparentemente dio muy buenos resultados, pues Noé terminó embriagándose de manera exorbitante, perdiendo la noción de sí mismo, tanto así que llegó a quedar desnudo, exponiéndose a ser visto por los demás.
En este momento Cam, el hijo menor, entra en escena. Cuando se acerca a su padre lo ve desnudo. El escenario está preparado para que cada uno de los participantes estén expuestos a mostrar su verdadera naturaleza caída: Noé mediante su embriaguez y Cam mediante su reacción ante la desnudez de su padre.
La Palabra nos da cierta evidencia de que la reacción de Cam fue inapropiada, fuera de las expectativas. Probablemente fue de burla o menosprecio. El va donde sus otros dos hermanos y les relató lo que ha visto. La reacción de los otros dos hermanos, Set y Jafet, es totalmente opuesta a la reacción de Cam. Ellos toman la ropa del padre, probablemente traídas por el mismo Cam, la colocan sobre sus hombros y comienzan a caminar de espaldas hasta llegar al lugar donde estaba su padre. Al parecer querían evitar ver su desnudez. Llegados al lugar, cubrieron al padre con sus ropas. Los hechos que se desarrollan a continuación son sumamente interesantes y contienen varias lecciones que podemos aplicar a nuestra vida diaria.
Cuando Noé volvió a recobrar la conciencia de sí, se enteró de lo que había acontecido. Lo más probable es que su esposa haya compartido con él todo lo ocurrido durante su estado de inconsciencia. La reacción de Noé no se dejó esperar. Profirió juicio de maldición sobre Cam y también sobre su descendencia (Canaán). Estos debían servir como esclavos de los otros dos hermanos y su descendencia por generaciones. El destino de Cam y el de su línea generacional había quedado marcado. Si analizamos estos hechos desde una perspectiva humana, vamos a terminar frustrados con más preguntas que respuestas. Para poder aprehender las lecciones atesoradas en esta narración, tenemos que analizarla desde la óptica de la relación dinámica entre autoridad y obediencia.
Anticipemos algunas de las preguntas que nos pueden venir a la mente: ¿Cómo es que Noé termina embriagándose de esa manera después de haber tenido un trato tan extraordinario con Dios antes, durante y después del diluvio?, ¿Por qué el juicio proferido sobre Cam tuvo que ser tan severo?, ¿Acaso no fue Noé quien cometió un error tan lamentable al embriagarse y desnudarse?, ¿Por qué el castigo no solamente afecta a Cam sino a su descendencia?, ¿Por qué el error de Cam (admitiendo que lo haya sido) tiene que derivar en beneficio de sus otros dos hermanos?, ¿Por qué la Biblia expone a la luz pública algo tan negativo sobre una familia que llegó a estar tan cerca de Dios?, ¿No esto un descrédito para la fe que sería mejor dejar en el anonimato?
Calma!, calma! La palabra de Dios siempre tiene respuestas atinadas a todas nuestras preguntas e inquietudes. Una cosa tenemos que admitir claramente: No encontramos ninguna justificación a la conducta de Noé. ¿Cómo es que después de una gran gloria viene una gran caída? Honestamente tenemos que admitirlo. Esto es casi un patrón. Vemos esta situación repetida una y otra vez a través de la historia del pueblo de Israel y aún de la historia del mundo secular. En nuestro tiempo también tenemos que ver con dolor el mismo patrón repetido. Hubo un gran hombre de nuestro tiempo (Oral Roberts) el cual declaraba que al día siguiente de una gran campaña no permitía que se le dejara solo ni aún para ir al baño, pues admitía que en ese momento era cuando experimentaba el mayor grado de debilidad en su vida ministerial. En la Biblia vemos la falla de Moisés ante la roca, De David ante Betzabel, Elías ante Jetzabel, Juan el Bautista, Pedro, Pablo y muchos otros parecen demostrar la hipótesis de que después de una gran gloria quedamos expuestos a una sensibilidad extrema que nos puede hacer caer.
Lo cierto es que Dios en su infinita sabiduría usa todos los recursos y ocasiones para enseñarnos los principios de vida y principios de fe que rigen el mundo espiritual, los cuales a su vez se reflejan en el mundo social y material. Dios no tiene ningún problema en sacar a las luz las debilidades y los defectos aun de aquellos que tienen trato más intimo con El, a fin de que nosotros conozcamos las leyes eternas que rigen el reino de los cielos.
Es en esa óptica que podemos entender las mentiras de Abraham acerca de Sara, su mujer (decía que era su hermana, por temor a que los egipcios lo mataran), la reacción iracunda de Moisés, golpeando la roca en lugar de hablarle, como le había dicho Dios; la corta visión del sumo sacerdote Elí, dejando que sus hijos denigraran el templo de Dios y que defraudaran a la congregación, el pecado horroroso de David de adulterio con Betzabel y el asesinato con meditación de Urías y otros muchos casos que la brevedad de este estudio no nos permite cubrir.
La razón simple y sencilla es esta: Dios no tiene hijos predilectos; si El tiene que exponer la vergüenza de uno para que le sirva de contraejemplo a otros, El no tendrá ninguna dificultad en hacerlo.
Volviendo de nuevo a nuestro punto original. El problema de Cam consistió en realidad en su falta de revelación de cómo tratar con la autoridad. Este es un problema muy común, el cual se va haciendo cada vez más notorio a medida que avanzamos en el tiempo.
Indudablemente, Noé había hecho algo incorrecto. La Palabra de Dios dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino no mas bien, sed llenos del Espíritu Santo.” Noé había violado los estándares establecidos por Dios al respecto. Ahora bien, (aquí es donde viene la base sobre la cual se establece este principio: el hecho de que Noé cometiera el error de embriagarse, o cualquier otro error o defecto que hubiera mostrado, no diminuyen la unción de autoridad que reposaba sobre él.
En ese sentido cuando nosotros exponemos los defectos, fallas o debilidades de aquél que está sobre nosotros en posición de autoridad, tenemos que atenernos a las consecuencias que se derivan de ese hecho. Cam expuso la desnudez (debilidad) de su padre. Por eso recibió decreto de maldición sobre su vida y la de su generación. Set y Jafet, por el contrario, protegieron la autoridad, no porque fuera agradable o perfecta, sino por que reconocían la unción de autoridad que estaba sobre Noé, la cual es perfecta por cuanto viene de Dios.
Ahí es donde está la clave. No se trata de la persona física, sino de lo que ella representa. El llamado aquí es no a honrar a la persona ( lo cual podría convertirse en un culto a la personalidad), sino a la unción que está sobre la persona. Moisés, al parecer, estaba lleno de defectos y de actitudes incorrectas. Al menos eso fue lo que vieron Aarón y María sus hermanos y también Datán, Abiram y el grupo de los otros que se rebelaron contra él. Los resultados los conocemos: María terminó cubierta de lepra y a Datán y sus seguidores se los tragó la tierra vivos en un abrir y cerrar de ojo.
En este orden David nos da el mejor de los ejemplos. A pesar del cúmulo de conductas erróneas del rey Saúl, David siempre mantuvo el principio en alto: “no tocaré al ungido de Jehová”. Es por esto que Dios dice del él que tenía un corazón según el corazón de Dios. Esto no significa que David fuera un santo mas que todos los santos, lejos estaba él de esto; pero tenía algo que no era muy común en los hombres: sabía distinguir perfectamente entre lo que era la persona y la autoridad que reposa sobre la persona. Esto le permitía tratar adecuadamente con la autoridad, aún en los casos en que la autoridad fuera injusta y amenazara su existencia.
Notamos cómo Jesús mismo, aun siendo Dios en forma de hombre, cuando se vio frente a la autoridad reaccionó adecuadamente sobre la misma: “a César lo de César y a Dios lo de Dios” (Mateo 22:21). Pablo mismo, habiendo proferido palabras fuertes contra uno que estaba en autoridad (aunque él no lo sabía), luego recapacita y adopta una actitud consecuente frente a la misma. Que maravilloso fuera que de hoy en adelante nosotros podamos reaccionar adecuadamente frente a los que están en autoridad, que como dice la Palabra “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. (en próximos números continuaremos con los otros principios de autoridad)
POR HUGO R. GIL
EL AUTOR es profesor universitario y pastor de los Ministerios Cristianos Camino, Verdad y Vida. Reside en Orlando.
El ser humano es por definición un ser de naturaleza rebelde. Toda la vida del hombre se resume en una continua lucha contra todo lo que se parezca o se llame orden, autoridad, obediencia. Desde que el niño sale del útero materno, el primer acto de presencia que hace es lanzar un grito de protesta contra un mundo o una vida que sospecha injusta y desbalanceada.
Es como si viniéramos a este mundo y al llegar experimentáramos una sensación de vacío, de no pertenencia a este estado de cosas. Por eso se explica nuestro grito de protesta al nacer.
El conocimiento sobre autoridad, o para mejor decirlo, la revelación del concepto de autoridad y obediencia, es crucial para encontrar nuestra definición como seres existentes en medio de este estado de cosas. Toda manifestación natural o espiritual del ser humano se concretiza o resume en entender la dinámica entre autoridad y obediencia. El conocimiento de esta dinámica nos ubicaría en nuestra verdadera dimensión como seres existentes y participantes dentro de un plan divino. (Oseas 4:6; Isaías 5:13)
A continuación trataremos de analizar, lo que, a nuestro entender, constituye los principios básicos de autoridad. No anticipamos que el tema goce de mucha aceptación en nuestros medios en el mundo actual. La rebeldía goza de una gran popularidad entre la gente. La mentalidad moderna exalta aun a los rebeldes sin causa y los ubica en pedestales. Las películas de Hollywood mientras mas violencia y rebeldía muestran, mas oportunidades tienen de que se conviertan en grandes éxitos de taquilla. La violencia y el desafió al orden establecido es cada día mas rampante no solo en los centros urbanos, sino que ya penetra a los suburbios más exclusivos.
La explicación a todo esto se encuentra en el mal entendimiento y el mal uso de los conceptos de autoridad y obediencia. Estos términos se han usado erróneamente para manipular y subyugar a otros. La sociedad moderna se las ha arreglado para desacreditar uno de los conceptos básicos en que se cimienta el reino humano y el reino de los cielos: la dicotomía autoridad/obediencia. La esclavitud es el resultado de una manipulación horrenda del concepto de siervo, en la misma medida en que la dictadura y el terrorismo son una manipulación exagerada del concepto autoridad.
La democracia es por su parte la distorsión exagerada del punto medio entre esclavitud y dictadura. Este punto es aún más peligroso que sus extremos, por cuanto se presenta como alternativa frente a ambos sistemas, sin contar con la participación divina. La democracia representa esa postura tibia que al decir Jesús vomitaría de su boca por cuanto no es frío ni caliente (Apocalipsis 3:15).
La verdadera salida ante estas alternativas fallidas del hombre es la teocracia. La teocracia es el gobierno ideal concebido por Dios para regir el universo que El creo. La teocracia se presenta como el gobierno de Dios concretizado en sistema de escalafones de autoridad donde el conocimiento y la armonía actúan como formulas básicas para la convivencia pacifica del ser humano en una sociedad en deterioro. Tanto la dictadura, como el sistema esclavista, como la democracia se presentan como formas del gobierno humano diametralmente opuesta al gobierno de Dios. Estos sistemas de gobiernos humano han probado históricamente ser sistemas ineficaces.
El cambio en la mentalidad humana tiene que hacerse desde adentro hacia afuera y debe ser en todo caso un proceso claro y conciente, donde el hombre tenga un papel importante en la transformación. El cambio debe ser el producto del ejercicio de esa libertad, no aparente y superficial que la sociedad nos ofrece, sino la verdadera libertad que viene del real conocimiento del plan de Dios para nuestra vida. (Juan 5:32 “Y conoceréis las verdad y la verdad os hará libres”). El proceso liberador del hombre moderno comenzará con un claro entendimiento y aplicación a su vida de los principios de autoridad.
A continuación pasamos a esbozar algunos de estos principios:
PRINCIPIO 1:
Los defectos, fallas, limitaciones o debilidades de la autoridad no anulan o disminuyen la unción de autoridad que reposa sobre ella.
El texto que tomamos como base para exponer este principio es Génesis 9:20-29. El escenario donde sale a relucir este principio es impresionante. Se trata de la vida postdiluviana. La experiencia única del diluvio había cedido su paso a un estado de vida apacible en que Noé y su familia se movían en un medio ambiente apacible. El pecado había sido lavado de la tierra por medio del diluvio y por lo pronto no era una amenaza para los ocho que habían sobrevivido ese evento.
La familia noeica prosiguió con su tarea de cuidar los animales y labrar la tierra. El cabeza de familia, esto es Noé, había cultivado una viña y después da dar esta sus frutos, Noé decide extraer el jugo de la uva y fermentarlo para convertirlo en vino. El proceso de fermentación aparentemente dio muy buenos resultados, pues Noé terminó embriagándose de manera exorbitante, perdiendo la noción de sí mismo, tanto así que llegó a quedar desnudo, exponiéndose a ser visto por los demás.
En este momento Cam, el hijo menor, entra en escena. Cuando se acerca a su padre lo ve desnudo. El escenario está preparado para que cada uno de los participantes estén expuestos a mostrar su verdadera naturaleza caída: Noé mediante su embriaguez y Cam mediante su reacción ante la desnudez de su padre.
La Palabra nos da cierta evidencia de que la reacción de Cam fue inapropiada, fuera de las expectativas. Probablemente fue de burla o menosprecio. El va donde sus otros dos hermanos y les relató lo que ha visto. La reacción de los otros dos hermanos, Set y Jafet, es totalmente opuesta a la reacción de Cam. Ellos toman la ropa del padre, probablemente traídas por el mismo Cam, la colocan sobre sus hombros y comienzan a caminar de espaldas hasta llegar al lugar donde estaba su padre. Al parecer querían evitar ver su desnudez. Llegados al lugar, cubrieron al padre con sus ropas. Los hechos que se desarrollan a continuación son sumamente interesantes y contienen varias lecciones que podemos aplicar a nuestra vida diaria.
Cuando Noé volvió a recobrar la conciencia de sí, se enteró de lo que había acontecido. Lo más probable es que su esposa haya compartido con él todo lo ocurrido durante su estado de inconsciencia. La reacción de Noé no se dejó esperar. Profirió juicio de maldición sobre Cam y también sobre su descendencia (Canaán). Estos debían servir como esclavos de los otros dos hermanos y su descendencia por generaciones. El destino de Cam y el de su línea generacional había quedado marcado. Si analizamos estos hechos desde una perspectiva humana, vamos a terminar frustrados con más preguntas que respuestas. Para poder aprehender las lecciones atesoradas en esta narración, tenemos que analizarla desde la óptica de la relación dinámica entre autoridad y obediencia.
Anticipemos algunas de las preguntas que nos pueden venir a la mente: ¿Cómo es que Noé termina embriagándose de esa manera después de haber tenido un trato tan extraordinario con Dios antes, durante y después del diluvio?, ¿Por qué el juicio proferido sobre Cam tuvo que ser tan severo?, ¿Acaso no fue Noé quien cometió un error tan lamentable al embriagarse y desnudarse?, ¿Por qué el castigo no solamente afecta a Cam sino a su descendencia?, ¿Por qué el error de Cam (admitiendo que lo haya sido) tiene que derivar en beneficio de sus otros dos hermanos?, ¿Por qué la Biblia expone a la luz pública algo tan negativo sobre una familia que llegó a estar tan cerca de Dios?, ¿No esto un descrédito para la fe que sería mejor dejar en el anonimato?
Calma!, calma! La palabra de Dios siempre tiene respuestas atinadas a todas nuestras preguntas e inquietudes. Una cosa tenemos que admitir claramente: No encontramos ninguna justificación a la conducta de Noé. ¿Cómo es que después de una gran gloria viene una gran caída? Honestamente tenemos que admitirlo. Esto es casi un patrón. Vemos esta situación repetida una y otra vez a través de la historia del pueblo de Israel y aún de la historia del mundo secular. En nuestro tiempo también tenemos que ver con dolor el mismo patrón repetido. Hubo un gran hombre de nuestro tiempo (Oral Roberts) el cual declaraba que al día siguiente de una gran campaña no permitía que se le dejara solo ni aún para ir al baño, pues admitía que en ese momento era cuando experimentaba el mayor grado de debilidad en su vida ministerial. En la Biblia vemos la falla de Moisés ante la roca, De David ante Betzabel, Elías ante Jetzabel, Juan el Bautista, Pedro, Pablo y muchos otros parecen demostrar la hipótesis de que después de una gran gloria quedamos expuestos a una sensibilidad extrema que nos puede hacer caer.
Lo cierto es que Dios en su infinita sabiduría usa todos los recursos y ocasiones para enseñarnos los principios de vida y principios de fe que rigen el mundo espiritual, los cuales a su vez se reflejan en el mundo social y material. Dios no tiene ningún problema en sacar a las luz las debilidades y los defectos aun de aquellos que tienen trato más intimo con El, a fin de que nosotros conozcamos las leyes eternas que rigen el reino de los cielos.
Es en esa óptica que podemos entender las mentiras de Abraham acerca de Sara, su mujer (decía que era su hermana, por temor a que los egipcios lo mataran), la reacción iracunda de Moisés, golpeando la roca en lugar de hablarle, como le había dicho Dios; la corta visión del sumo sacerdote Elí, dejando que sus hijos denigraran el templo de Dios y que defraudaran a la congregación, el pecado horroroso de David de adulterio con Betzabel y el asesinato con meditación de Urías y otros muchos casos que la brevedad de este estudio no nos permite cubrir.
La razón simple y sencilla es esta: Dios no tiene hijos predilectos; si El tiene que exponer la vergüenza de uno para que le sirva de contraejemplo a otros, El no tendrá ninguna dificultad en hacerlo.
Volviendo de nuevo a nuestro punto original. El problema de Cam consistió en realidad en su falta de revelación de cómo tratar con la autoridad. Este es un problema muy común, el cual se va haciendo cada vez más notorio a medida que avanzamos en el tiempo.
Indudablemente, Noé había hecho algo incorrecto. La Palabra de Dios dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino no mas bien, sed llenos del Espíritu Santo.” Noé había violado los estándares establecidos por Dios al respecto. Ahora bien, (aquí es donde viene la base sobre la cual se establece este principio: el hecho de que Noé cometiera el error de embriagarse, o cualquier otro error o defecto que hubiera mostrado, no diminuyen la unción de autoridad que reposaba sobre él.
En ese sentido cuando nosotros exponemos los defectos, fallas o debilidades de aquél que está sobre nosotros en posición de autoridad, tenemos que atenernos a las consecuencias que se derivan de ese hecho. Cam expuso la desnudez (debilidad) de su padre. Por eso recibió decreto de maldición sobre su vida y la de su generación. Set y Jafet, por el contrario, protegieron la autoridad, no porque fuera agradable o perfecta, sino por que reconocían la unción de autoridad que estaba sobre Noé, la cual es perfecta por cuanto viene de Dios.
Ahí es donde está la clave. No se trata de la persona física, sino de lo que ella representa. El llamado aquí es no a honrar a la persona ( lo cual podría convertirse en un culto a la personalidad), sino a la unción que está sobre la persona. Moisés, al parecer, estaba lleno de defectos y de actitudes incorrectas. Al menos eso fue lo que vieron Aarón y María sus hermanos y también Datán, Abiram y el grupo de los otros que se rebelaron contra él. Los resultados los conocemos: María terminó cubierta de lepra y a Datán y sus seguidores se los tragó la tierra vivos en un abrir y cerrar de ojo.
En este orden David nos da el mejor de los ejemplos. A pesar del cúmulo de conductas erróneas del rey Saúl, David siempre mantuvo el principio en alto: “no tocaré al ungido de Jehová”. Es por esto que Dios dice del él que tenía un corazón según el corazón de Dios. Esto no significa que David fuera un santo mas que todos los santos, lejos estaba él de esto; pero tenía algo que no era muy común en los hombres: sabía distinguir perfectamente entre lo que era la persona y la autoridad que reposa sobre la persona. Esto le permitía tratar adecuadamente con la autoridad, aún en los casos en que la autoridad fuera injusta y amenazara su existencia.
Notamos cómo Jesús mismo, aun siendo Dios en forma de hombre, cuando se vio frente a la autoridad reaccionó adecuadamente sobre la misma: “a César lo de César y a Dios lo de Dios” (Mateo 22:21). Pablo mismo, habiendo proferido palabras fuertes contra uno que estaba en autoridad (aunque él no lo sabía), luego recapacita y adopta una actitud consecuente frente a la misma. Que maravilloso fuera que de hoy en adelante nosotros podamos reaccionar adecuadamente frente a los que están en autoridad, que como dice la Palabra “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. (en próximos números continuaremos con los otros principios de autoridad)
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