sábado, 8 de mayo de 2010

Recuerdos de Los Mineros, El Cacao y La Colonia

Los Mineros, El Cacao, La Colonia
(1 y 2 de 3)

Escrito por: Domingo Porfirio Rojas Nina (Jcderojasnina@hotmail.com)
Lluvias, brisas agradables y un sol radiante, arboledas, la escuela primaria sobre altos pilotillos, donde mi madre, profesora Mercedes María Nina, impartió clases por mas de veinte años, luego en Najayo y San Cristóbal. Los esposos Don Lolo Mejía y Mercedes acogieron en su hogar a la maestra, y allí vivimos un tiempo, hasta que construyó una casa cercana a la escuela y vecina de estas personas buenas, quienes tenian una pulpería donde tomábamos refrescos y dulces. Mamá adoraba a esta gente.

En El Firme, residían Negro Gerónimo, esposa e hijos, a quienes agradezco su trato y gentileza. La bella Lilian, Selenia, Freddy y Manuel, eran hijos de Lolo y Mercedes, y así las hermanas Catalina y Patria, Darío, Gil y Manuel Vica.

Fueron los primeros amiguitos que teníamos con Andrés Zoquiel y José Chalas. Jugábamos con pelotas de trapo y palos de gina y guayaba. Cerca, vivían las familias Chala, Luis Brun, segundo alcalde, Don Agustín Mejía, el músico Quiquito Zoquiel, quien, con Andrés Zoquiel, me enseñó a tocar el acordeón, güira y tambora.

Eran maestros que ponían a vibrar los instrumentos, geniales artistas. Mamá fue también mi profesora, realizado varias veces el tercer curso, que equivalía al sexto o séptimo en la escuela de la ciudad, y cuando ella se enfermaba, yo un niño, ofrecía clases a los alumnos. Al partir a Los Mineros, mamá nos dejó bajo el cuidado amoroso de Consuelo Nina Garrido, junto a Ana Luisa, Teté y Manuel de Jesús, quien luego falleció. Doña Consuelo era toda ternura, aunque exigente con la disciplina y los principios. Su esposo era Bebo Garrido y sus hijos mis queridísimos primos Rafaelito, Luis, Julio, Ana, Gloria y otros, a quienes también agradezco y quiero mucho, no obstante el tiempo y la distancia. En Los Mineros, mamá me enseñó a cocinar, limpiar, fregar, tostar y colar café, planchar, lavar ropa, coser y pegar botones, pues yo hacía el desayuno y a veces el almuerzo.

Recordando a Ofelia Aguavivas Nivar, quien ayudaba a mamá en los quehaceres, pues eran comadres, así a sus hijos e hijas. Había en Los Mineros un árbol grande, cabilma o guayuco, donde se asentaban unas aves negras de pico largo, caos y cuervos, que cantaban y pronunciaban palabras: “Maestra tenemos hambre, ay qué frio, frío”. Y también: “Domingo tráenos café y agua”, o “Qué maestra tan linda, Ana Luisa y Teté, tenemos hambre, le queremos mucho”. Yo les colocaba comida, café y agua al lado del tronco. “Domingo, gracias”. Recuerdo con cariño a los esposos Billín Núñez y Angélica Ruiz, a sus hijos Esperanza, Minerva, Lourdes, Papito y Olivo, quienes desde San José de Ocoa fueron a vivir a Los Mineros y allí tenían un colmado, y luego retornaron a ese pueblo y fundaron la primera lavandería allí, la San José, en la calle del mismo nombre número 5, que luego visitamos con frecuencia, y Billín fue un padre espiritual y a sus hijos siempre les quiero y recuerdo con afecto inextinguible.

Desde Los Mineros íbamos a Ocoa en recuas de mulos a vender sacos de café con Fredy, Vica y Geronimo, y teníamos que pasar al caudaloso río Nizao.




POR DOMINGO P. ROJAS NINA*

Quien ama y agradece nunca olvida, y por eso me identifico con el cantante Lucho Gatica: “Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón”, verso que interpreto al recordar mi niñez.

Mi madre fue nombrada como directora profesora de la escuela rural El Firme, en la sección Los Mineros, jurisdicción de San Cristóbal, donde tuvimos que trasladarnos a vivir siendo yo un niño. No recuerdo la partida, pero mi adorada tía, profesora Luz Nina viuda Peña, me ha reiterado que yo tenía poco más de cinco años de edad.

Los mineros, es también tierra de mis amores, nostalgia, alegrías, lágrimas y dicta aproximadamente 42 kilómetro de la ciudad en donde nací. Allí continué mis estudio, trabajé agricultura, y cuidé gallinas, pollos y cerdos, además de ordeñar dos vacas que mamá tenia, juntos a varios chivos, talar un bosque, quemarlo, y sembrarlo.

Los Mineros era una zona próspera, con clima agradable y maravillosa siembra de café, víveres, cítricos, arroz, habichuela, y allí no sufríamos hambre.

Mamá y yo nos trasladábamos en mulos entre San Cristóbal y esa sección, y cuando llovía y había derrumbes, durábamos entre 10 y 15 horas para llegar a la vivienda.

Sólo había dos carros que transitaban desde la ciudad hasta Cambita el Cruce, conducidos por Marianito y Anastasio, y a veces dejamos los mulos y una yegua llamados “El Barroso y La Maravilla”, en Cambita, en casa de don José Féliz, aunque casi siempre recorríamos este trayecto en esos animales que siempre recuerdo. Muchas veces, dormíamos en Cambita, en la casa de don José y de la ilustre profesora Genoveva Guridis, abuela del prestigioso juez de San Cristóbal, doctor René Peñaló, y otras, donde mi también inolvidable amigo Cobito Domínguez, padre del ex síndico y gran pitcher Marichal Domínguez.

Cuando había tempestades o nos tomaba la noche, nos quedábamos en la casa de los prestigiosos profesores Felipe Anglada y Máximo Rodríguez en la Colona Ramfis, y otras veces en Manomatuey, donde el alcalde pedáneo Benigno de los Santos, padre de nuestra queridísima Miledy. Don Rafael Subero, amigo entrañable, padre del presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Jorge Subero Isa, de quien mi madre fue maestra en Los Mineros, nos albergaba en su casa, así Bertico Martínez, alcalde de Los Cacaos, Ernesto Montás, cuando el río Mahomita crecía desafiante con sus aguas color café, piedras lapidarias resbaladizos al cruzarlo en mulos, a caballo o a pie.

Los Mineros y La Colonia debían ser elevados a distritos municipales, pues El Cacao es municipio, situaciones que solicité al Congreso Nacional en 1966-70 cuando fui diputado, no logrando ser aprobado en esas fechas.

Los Mineros, La Colonia, El Cacao, hoy sufren carencia de agua, energía eléctrica, becas a estudiantes, préstamos a sus agricultores, alimentos y medicinas para tantos necesitados, un hospital, sedes de oficinas públicas para El Cacao, una oficina de Agricultura en Los Mineros, un aeropuerto en La Colonia, Cambita o El Cacao o un par de helipuertos en esa zona.

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