jueves, 14 de febrero de 2013

Cosas de San Cristóbal: la ciudad romántica


Por NESTOR URIBE MATOS

Cuando S.C, resultó ser reconocida en todo el país por el sobrenombre la Ciudad Jardín, las amas de casa, bien temprano en todas las mañanas, barrían y recogían las basuras de los frentes y entorno de sus hogares y, durante las noches, brigadas del Ayuntamiento y de los Bomberos procedían a higienizar y lavar sus calles y aceras.

En el sector rural conocido como San Antonio, poco antes de llegar al Cementerio Municipal de Sainaguá, en el lado izquierdo de la vieja carretera, pueden observarse todavía los restos de la antigua planta incineradora de basuras y desperdicios, que ofreció servicios inestimables, para esos tiempos, a nuestro pueblo.


A las personas que nos visitaban, originarias de otros lugares del país, les encantaba pasearse y permanecer en nuestras calles y lugares de recreo, al quedar gratamente sorprendidas con el fresco y limpio aire que respirábamos, impregnado éste de un suave y rico aroma o fragancia de ilam-ilam, rosas, flores y tierra recién mojada, proveniente de los centenares y centenares de jardines y vergeles, públicos y privados, que formaron parte esencial del SC romántico, en esas fechas y , por esta maravillosa pertenencia, le llegó el ajustado sobrenombre.

En las noches serenas y frescas, a causa de la vasta y espesa arboleda que circundaba la población, el aire se hacía más denso y por eso cualquier sonido o melodía podía ser escuchado a mayores distancias, como el choque de las bolas de billar o de las piezas de dominó en el Club Casino San Cristóbal, o alguna romanza o bolero de la vellonera del bar de don Luís Morbán. También era percibido en lejanos lugares, el golpe seco y acompasado de las patas de los caballos de coche transportando a los bohemios de la noche, en su ajetreo de ir y venir, brindando sentidas serenatas y requiebros amorosos a risueñas jovencitas que plácidamente dormían en sus hogares.

Rafael Colón, los hermanos Juan y Nelson Muñoz Santos, Pedro Lombillo, Julio Sasá, Bruno, Alejandro Richardson y los tres tenores de SC: César Leger Aquino, Johnny Harootian y Johnny Fermín, fueron los cantantes y trovadores de “luxe” más buscados por los jóvenes enamorados, quienes también expresaban a sus favoritas, sus angustias, suspiros y deseos, por medio a los declamadores y poetas: Irving Alberti Tió, Modesto del Rosario García, Federico Lebrón Montás y José Saladín Valdéz, Me cuentan, y les cuento, que la generación anterior a ésta, de declamadores y poetas consistió en una constelación de estrellas, compuesta por: Sócrates Barinas Coiscou, Héctor Cabral Ortega, Mario Read Vittini, Tico Fourment Sánchez, Darío Piña Rodríguez y Víctor Miranda Araújo, como los más sobresalientes; y, entre los cantantes, estuvieron, Isidro Puello, José Antonio Caro, los hermanos Pico y Tirso Seijas, Marcelino Plácido y Rafael Colón.

Las serenatas mañaneras, o de alborada, al despuntar el sol, se ofrecían siempre para las conmemoraciones patrióticas, patronales y navideñas. Músicos pertenecientes a la Banda del Ayuntamiento caminaban nuestras calles y en determinadas viviendas interpretaban música de ocasión, en donde recibían brindis de chocolate, jengibre, te y café y alguna discreta atención económica. Sunso Pérez Furment, Freddy Cairo, Ariosto Limardo, un güirero llamado Luís y otro saxofonista de apellido Javier, compusieron por siempre el conjunto festivo que nos alegraba en esas madrugadas.

Nueve días antes del esperado día de Navidad, se celebraban misas de alegría en la iglesia Parroquial, a las cinco de la mañana. Muchos entusiasmados jóvenes acudimos por años a estos oficios religiosos en donde al final nos trasladábamos todos, interpretando cánticos de la época y merengues navideños a la casa de alguna de las familias participantes en la actividad, a disfrutar de un ardiente te de jengibre con cazabe, en esas mañanas muy frescas de aquellos tiempos, en las que teníamos que asistir bien abrigados. Nunca podré olvidar los encuentros realizados en los hogares de la esposa del señor German Mercado, de doña Rosario Zapata y de doña Cristiana Puello. Inolvidables

21 Diciembre 2012, 08:51 AM

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