lunes, 29 de junio de 2009
Vestidos, Reinas y Corso Florido en los años 50
El tema para algunos será fútil; con tantos problemas y situaciones que tenemos en la actualidad y yo motivándoles a leer sobre vestidos, reinas y corso florido; pero es que todo es parte de nuestra cultura, de nuestra historia y en este caso para muchos algo que se diluye en el tiempo, literalmente de boca en boca sin tener una imagen, una descripción que los lleve a ubicarse en esos años, y que hemos querido borrarlo de un tirón, sin detenernos a reflexionar que los vacíos no contribuyen al desarrollo existencial para conformar una personalidad equilibrada, que los mismos nos harán volver como la noria dándole vueltas al mismo asunto, ejemplos sobran y ese es otro tema.
Decía Maguelone Toussaint – Samat que “el vestido es también ilustración de nuestras costumbres, testimonio de nuestra habilidad, ejemplo de nuestro arte, piedra de toque de nuestros gustos, motor de nuestra economía y revelador de nuestra historia. Por eso no supone mucho que decir que desde el primer cuarto del siglo XX cuando verdaderamente despertó interés, el vestido constituye el coto de caza privilegiado, de los arqueólogos, de los etnólogos, de los sociólogos, de los psicólogos, de los economistas o de los historiadores de arte.” El proceso de su realización constituye la visualización de una sociedad o de una época; un ejemplo importante lo pudimos observar en el Museo del Vestido en Barcelona.
Con la realización de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre en el año 1955, el vestido en la República Dominicana viene a ser una pieza importante; ya que Angelita Trujillo fue designada para presidir los actos oficiales de la misma, y tenía que tener una corte, como una reina: Angelita I. Lo expresa Rober D. Crassweller en su obra “Trujillo, La Trágica Aventura del Poder Personal”: El traje para la coronación fue diseñado y confeccionado por las Hermanas Fontana de Roma, en raso de seda blanco guarnecido con rubíes, diamantes y perlas; estaba adornado con 45 metros de Ariño ruso, o sea, el producto de 600 pieles. Con su cola, de 22 metros de largo, costó 80,000 dólares. El diseño de la corona y el alto cuello de la toga recordaban a la reina Isabel de Inglaterra. Otros 75,000 dólares fueron empleados en el cetro y el broche de la reina y para los cetros y de las princesas incluidas entre 140 personas que formaron el cortejo de Angelita.”
En el Tomo I del álbum de Oro (1956) de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo libre, se puede observar la gran gama de diseños, de faldas a mitad de las piernas, con grandes vuelos lisas y estampadas, de tiritos como los que llevaban las abanderadas en los desfiles y las participantes al concurso de belleza Miss República Dominicana, tanto en los trajes de baños, de una sola pieza y los vestidos de gala, a la altura de un concurso internacional, siendo electa la señorita Olga Fiallo, “Miss República Dominicana”, Miguelina Sánchez, “Ciudad Trujillo”, Vanessa Frappier, “Miss Merengue”, Margarita Hued representando a Santiago, Genoveva Lovatón y otras representantes de las provincias de todo el país. La prensa escrita de la época reseña la visita de la venezolana Sofía Dujim, “Miss Mundo” al pabellón de su patria.
Conjuntamente con estas actividades se celebraba también el Corso Florido a todo lo largo de la avenida George Washington, desfilaban las carrozas que presentaban las Secretarias de Estado, las provincias de la República, los Bancos, las grandes Industrias y Comercios, y que por las imágenes del mismo, cada una de las carrozas era una obra de arte.
Tantos años después, vemos que estos vestidos confeccionados en su mayoría tomando como modelo a los que salían en la revistas Vanidades, los que llevaban las artistas famosas, por ejemplo, el estilo María Victoria por la cantante mexicana y que las féminas también podían apreciarlos en la Semana Aniversario, a través de la televisora oficial dominicana, son "un volver a hacer" más atrevido y que la mujer dominicana no importa la época, sabe llevar el vestido de moda con garbo y coquetería.
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