Por LEONARDO CABRERA
La República Dominicana , según datos del Instituto Nacional de los Derechos del Consumidor (Pro-consumidor), ocupa el lugar número nueve entre los países en donde más se expenden medicamentos falsos de todo el mundo.
Se estima que entre el 10 y el 30 por ciento de los productos medicinales que circulan en los mercados de los países en vía de desarrollo, son falsificados.
De frente a ésta realidad, y ante la debilidad que las autoridades siempre han mostrado para enfrentar éste vandálico y alevoso crimen que impunemente se comete en contra de la población, es preciso, que la ciudadanía tome todas las previsiones y precauciones de lugar, para que cuando acudan a los centros de expendios a proveerse de los medicamentos que requieren para preservar su salud, tengan la seguridad de que están adquiriendo, productos medicinales debidamente patentizados, que garanticen, la legalidad de su origen y procedencia y cumplan con los estándares establecidos por los organismos de salud del Estado.
Siempre de acuerdo a datos de Pro-consumidor, los medicamentos que con mayor frecuencia se fabrican o son falsificados en nuestro país, son los infantiles, los analgésicos , aquellos que requieren las personas hipertensas y las medicinas que se venden al granel, en cuya elaboración regularmente utilizan tizas de color, habichuelas , lentejas y otras sustancias no especificadas, que constituyen, para quienes la consumen, un verdadero riesgo que pone en peligro sus vidas.
Es por ello que las autoridades sanitarias de la Nación, entiéndase el Ministerio de Salud Pública, y las instituciones ligadas al sector, están en el deber y la obligación de iniciar cuanto antes una jornada sin precedentes para ubicar y erradicar los centros o lugares que en donde se fabrican medicamentos falsos, y además de clausurarlos , sin la menor dilación, llevar ante la justicia a los perversos que se dedican a ésta inhumana y deleznable tarea para que reciban todo el peso de la ley, no sólo ellos, sino también, a todos los que están involucrados en la cadena de comercialización, de éste malsano y desgraciado negocio.
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